Azrael Aimeric

Es un hombre de gran atractivo físico. Posee la piel nívea por la falta de sol y es de cuerpo bien formado. Tiene una altura de metro ochenta y cinco, pesando ochenta kilogramos. Posee músculos marcados de una manera bastante varonil pero sin excederse, sin mayores imperfectos salvo quizá una o dos cicatrices debido a su entrenamiento cuando era muy joven, pero estas casi han desaparecido con el correr de los años. Piernas bien marcadas y largas, brazos fuertes y un abdomen envidiable. No hay que decir la razón del porque batirse contra él puede ser un arma de doble filo. Su mirada es seria la mayor parte del tiempo, siendo entre violeta y azul, muy directa. En realidad la única forma en la que se puede saber -sinceramente- lo que siente es por sus ojos, aunque se tiene que saber bien como interpretarlo para comprenderlo. De rasgos fuertes y masculinos, pero sin ser toscos, posee dos perforaciones en la oreja izquierda de la cual tienden dos pequeñas argollas de plata. Su cabello de un color blanco puro suele llevarlo en mechones cortos hasta por debajo de las orejas. Está muy bien cuidado como todo él. Aunque gusta de las ropas cómodas y ligeras en realidad el traje y la ropa formal le sienta muy bien, en especial el uniforme policial al que debió acostumbrarse.


Es un hombre que inspira entereza y realmente es un hueso duro de roer que persevera hasta que alcanza su objetivo y no demuestra que tiene debilidades propias del ángel del que apenas es un vestigio. Es un hombre de palabra, muy responsable con lo que hace y a veces llega a hartar por ese mismo factor; no es de los más confiables, a pesar de ser un ser de luz sus virtudes son bastante pobres, casi nulas. En algunas ocasiones es necesario que le obliguen a aceptar sus sentimientos, es dudoso que llegue de la nada y diga todo lo que siente al aire, como si nada ocurriera, todo lo que sea respecto a sus emociones será prácticamente imposible que lo revele; es más de juguetear con el sexo femenino -y masculino- que quererles. Dominante en muchas ocasiones y hasta autoritario, del mismo modo que sobreprotector. Es cruel con quien le causa desagrado y muy intolerante con las manías que le parecen mal de alguien.

Rara vez se mostrará como un sujeto frío. Es jovial y despreocupado, se le olvidan las cosas fácilmente y no toma con suficiente seriedad las cosas cuando no le interesan, si no es de su agrado no hará más que mirar a la izquierda y evadir lo que se le lance, actuando con antipatía general que no le afectaría en lo más mínimo. Soberbio; ¿Podría acaso dejar que un ser inferior se pasara de listo? Por supuesto que no, se alejaría a la brevedad e incluso, podría utilizar cualquier recurso con tal de dejar a ese engendro bajo tierra y que no volviese a blasfemar en contra de él. Su imagen y apariencia es muy importante por lo que no permitiría que nadie le pasara a llevar o dibujara una mentira de él frente a los demás. Pero es necesario decir que sí no te metes con él, él no te pisoteará y puede congeniar con criaturas de menor rango, solo no tolera aquellos que presumen sin un valor verdadero. Es perezoso, pero no vago, todo lo contrario, es vividor y disfruta del deporte, la aventura y mantener buen ejercicio físico, acostumbra a querer siempre mantenerse en forma, preocupándose mucho de sí mismo, de su complexión física, llegando a ser casi narcisista. Completamente versátil y autosuficiente. Tiene mucha seguridad en sí mismo, confía plenamente en él y en sus capacidades. Es ingenioso y, aunque no haga mucho uso de ella, tiene una gran capacidad de persuasión. Lascivo, arisco, vengativo y despiadado con todo quién considere enemigo. Toda una muestra de maldad y odio ante los arraigados índoles de venganza. Pierde los estribos cuando se encuentra con alguien que no le gusta o en situaciones que colman su paciencia -que son las menos, pero existen-.

Es muy extrovertido, fácilmente logra ganar confianza con los demás y entablar conversaciones, es buen hablador, casi difícil hacerlo callar cuando está en su estado de buen ánimo o hiperventilado. Suele gastarse de bromas un tanto pesadas a veces, teniendo un gran sentido del humor. Es extremadamente curioso, y si le pones un problema delante tarde o temprano acabará resolviéndolo. A pesar de tener una amplia extensión de palabras a la hora de conversar, es muy bueno escuchando a los demás, queriendo, de alguna forma, ayudar aunque sea ofreciendo consuelo o opiniones acerca de los temas. Por último posee una personalidad con rasgos "bipolares" que se debaten entre la nobleza de su especie y las crueldades del hombre que ha contemplado. En el tema amoroso se caracteriza con una sola palabra: posesivo. Es de esas personas a las cuales no les queda estar solas. Puede parecer el sujeto más independiente del mundo, que nada le puede interesar y que el tener compañía o no puede ser un simple agregado a la torta. Pero muy dentro de sí anhela una compañía que realmente le comprenda y no le deje por nada del mundo solo en el mundo. Siente ese vacío incontables veces, de tener ese alguien a quien pueda brindar el cuidado que se necesita, no quiere que le cuiden a él si no el ser el protector de algo que pueda valer mucho más que una pieza de dinero.


La justicia
El orden
Las leyes
Los revolvers
Las motocicletas
Los felinos grandes
La luz y la oscuridad


Los demonios
Los shinigamis
El caos -en grande-
Los materialistas
La corrupción y el vandalismo
Los traficantes
Las drogas y el alcohol


Azrael fue creado antes del planeta mismo. El fue quien le trajo un manojo de tierra a Dios para crear a Adán y también fue quien cavó su fosa años después. Por consiguiente ganó su título como el Ángel de Muerte.

Posterior a su creación, Azrael fue asignado para estudiar un fenómeno no bien entendido por el cielo en ese momento: la disposición de ánimas humanas. Los ángeles sabían que algunas almas mortales llegaban al cielo porque se les había ofrecido la reencarnación y el olvido, pero nadie realmente supo donde iban las almas. Azrael añadió a su nombre la palabra de "mors" -muerte en latín- para llevar a cabo sus deberes sin sentir la culpabilidad de las decisiones que tomaba. Aprendió a rastrear las almas humanas después de la muerte, cuales otros ángeles han sido incapaces de realizar. Él confirmó esa reencarnación y la gran revelación del destino de los mortales, que eran pasados a un reino inferior por su egoísmo y envidia. Este reino inferior -o reino de abajo- había sido un lugar abandonado y vacío dónde el alma del muerto estaba para siempre en el aislamiento miserable. Pero entonces los ángeles caídos llegaron y el lugar se volvió conocido como el Infierno. Los demonios estaban torturando y a veces estaban destruyendo las almas condenadas y confinadas allí. Esta revelación espantó el cielo, aunque también despertó el interés de otros entes de su linaje.

Como Azrael era el único con las habilidades suficientes para tratar con las almas, fue entrenado por una criatura de luz {Charles} y un sabio arcángel con métodos poco convencional {Ash] cuales lo instruyeron en varias tácticas de guerra para el combate que debería librar. Tiempo después se elevó al estado de Arcángel y dado el deber se dirigió erradamente fuera del cielo. Él y sus servidores tenían como misión separar fantasmas y sombras de las cadenas que los ataban al averno, recuperando las almas humanas -puras- de los dominios etéreos, e impidieron a los demonios exigir cualquier alma que no perteneció a ellos. Él no podía aceptar que las ánimas que se condenaron al infierno sufrieran para toda la eternidad por errores que ellos habían cometido en sus existencias mortales. Así que el arcángel de la muerte empezó atendiendo al condenado, saliendo furtivamente al infierno para localizar almas humanas que podrían ser convertidas en espíritus nobles. Azrael les dijo a sus servidores que les enseñaran también a los humanos a aceptar la muerte; que era meramente una transición a su próximo estado y que si ellos vivían bien sus vidas plenamente, no tenían ninguna necesidad de temer.

Todo parecía una jugada perfecta, pero los altos comandos del paraíso creyeron que Azrael rechazaba estar en el, por sus constantes salidas con todo su coro, Azrael quiso continuar su misión, y dedujo que él tendría más libertad para llevarla a cabo dejando el cielo para dirigirse a la tierra y así ejercer su trabajo directamente al tratar con los humanos, pero de todos modos nunca ha dejado de servir a Dios. Los otros arcángeles saben que Azrael todavía está vivo, pero no se habla de él en el paraíso dado que se considera como un traidor porque al caer en las tierras mortales, en más de una ocasión impartió mal su justicia, por creer en la bondad humana y no asumir que muchos poseían pecados inexorables, peor que los de cualquier demonio.

Actualmente Azrael se instaló en New York - Estados Unidos de América y tomó el empleo de policía para colocar una mano justa sobre las personas dado que con el correr de los años, sus poderes han ido disminuyendo por estar en contacto con los humanos y sometido a algún desliz que lo ha hecho pecar.


La placa de policial nunca lo abandona
Tiene tatuadas sus alas en la espalda. Cuando las extiende desaparecen las marcas. Las plumas de estas, a diferencia de las comunes, son transparentes con rebordes blancos.

Spoiler:

Original (Puede que en las imágenes luzca un poco diferente, pero si visitan la página de la autora verán que se debe a que con los años mejoró su calidad de dibujo, pero se trata del mismo personaje)