Κέρβερος | ID Drew

Drew luce, sinceramente, como casi cualquier persona normal. Pero que las apariencias no engañen, puede ser realmente muy dañino. Principalmente, su cabello es de tonos blancuzcos , corto hasta las orejas, sin sobrepasar demasiado este límite. Lleva el flequillo también corto, un poco tirado hacía la derecha. Por la luz, su cabello puede llegar a parecer gris opaco, pero que esto no te confunda, su cabello es blanco como la nieve. Sus ojos, de forma rasgada y en ocasiones hasta hostiles, tienen una pigmentación amarillenta o naranja, siempre dependiendo la luz con la que se los vea. La forma de su cara es redondeada, con la barbilla en punta. Su nariz es pequeña y respingada, pero capaz de capturar el olor de quién sea que busque a kilómetros de distancia. Sus labios son pequeños y rosáceos, y tiene unos filosos dientes que le ayudan a destrozar la carne que come. Pese a eso, Drew no intimida demasiado.
Sus hombros y espalda son anchos, propios de un hombre, en conjunto con una musculatura notable pero no exagerada. Sus brazos son largos, al igual que sus piernas, y debidamente fuertes.
No tiene una vestimenta en particular que le guste, por lo cual se le puede ver vistiendo cualquier cosa, desde sudaderas y vaqueros, hasta trajes de la mejor confección.  

Es alguien bastante dejado, independiente y perezoso; no le gusta nada en lo que a trabajo se refiera. Se cansa con facilidad, y a menudo lo deja ver en su forma de andar o hablar. No le agrada meterse en temas que no le corresponden, siendo que se aburre con facilidad de la gran mayoría de cosas y casi siempre deja las cosas a medias. La cualidad que más destaca en él es su habilidad innata para conseguir lo que quiere, utilizando medios baratos que no requieran demasiado esfuerzo. Resulta ser casi insoportable cuando se lo propone, cesando siempre y cuando consiga lo que gusta. Es tan inquieto e infantil como un niño, solo que carece por completo de la inocencia del mismo y, cuando hace cosas que no debe, lo hace a total consciencia. No es completamente malo, pero si disfruta de ver ligeras desgracias de la gente. Se comporta tal y como es, pues no le gusta demasiado ir fingiendo su personalidad. Se irrita con facilidad, haciéndole ver aún más inquieto de lo que es normalmente. Se muestra casi siempre con una mirada tranquila, pero lejos está siempre de sentirse así; sin embargo, se siente muy a gusto con los de su misma naturaleza comportándose incluso más malvado en ocasiones.
Le encanta pelear, de cualquier forma, a cualquier momento; no rechaza un reto cuando se le presenta, aún cuando sepa que puede perder. Se deja ver como una persona desafiante y también arrogante, que aunque tenga la derrota asegurada, asegura que puede ganar. Le gusta ser seductor, sobre todo, y tener mujeres –y hombres, para que negarlo– detrás de él. Aún así, es muy selectivo con quién tiene enfrente, desechándolo muchas veces si no le gusta su apariencia. Así es igualmente con quién sería su pareja, sin embargo se vuelve aún más selecto con ésta misma, pero no ha de decir que le dura mucho porque enseguida se cansa o aburre de la misma persona que el día anterior le divertía a montones.

Kérberos, el perro de tres cabezas y cola de serpiente del Dios Hades, puesto en las puertas del inframundo griego para cuidar que ningún vivo entrase y ningún muerto saliese.
Drew nació exactamente para cumplir esta función, cuidar la puerta del inframundo de cualquier ser. Nació de padres cerberos, destinado únicamente a pasar su eternidad postrado ante las puertas anteriormente nombradas; de cachorro era bastante sociable –lo más sociable que un cancerbero puede ser, pues- y amigable, sobre todo con los demonios. Su historia en el inframundo se remonta hasta ahí, pues después de eso aquel sitio no tiene cabida. No hay que decir que fracasó totalmente como guardián de las puertas, y que a causa de esto un par  de demonios arrogantes le llevaron “arriba”, pues no había más lugar para aquel can en el infierno.
Desde entonces, adoptó el nombre y la forma humana que aún conserva; esa era la regla que le habían dado los demonios para poder permitirle permanecer ahí: Siempre que mantuviera su forma humana y todos desconocieran que era un cerbero, podría quedarse. Conocido a partir de aquel momento como Drew, se dedicó a conocer el mundo humano, que a pesar de ser tan raro y tan bondadoso estaba bien para él.
Pero claro, no todo podía permanecer tan bien. Un día como cualquier otro, los mismos demonios que lo habían sacado decidieron que no podían dejar al muchacho vagando por ahí, por lo que ganándose su confianza con apariencias distintas, lo llevaron al Mercado Negro y lo vendieron ahí por una buena recompensa.
Drew escapó varias veces, pero siempre conseguían atraparlo. Además de eso, siempre que quería transformar su apariencia de humano a bestia, le resultaba imposible. Drew sabía que le habían colocado un collar especial para eso, con localización y que le imposibilitaba trasformarse. Claro, hubiera sido muy fácil para una bestia canina de dos metros y tres cabezas escaparse, pero los del mercado no eran tontos. A partir de aquel día, Drew espera que le saquen de aquel sitio para poder regresar al Inframundo y vengarse de los que lo encerraron ahí.

▲ Solo puede transformar su forma a bestia si esta en presencia de un demonio de gran poder o un humano le convoca con su verdadero nombre, Kérberos.
▲ En su forma de can, puede provocar plagas o causar enfermedades, y también matar gente {PNJ} a gusto, pero esto será únicamente si su amo lo desea, pues como cancerbero esta hecho para seguir ordenes. Aún así, no obedecerá a ninguna entidad de índole benévola.
▲ Únicamente aquellos que están por morir escucharan su aullido como alerta.
▲ Su verdadera forma es parecida a la de un husky con tres cabezas, de colores grises y blancos y ojos amarillos.
▲ Su vida en la Tierra le dio varios conocimientos, desde la gastronomía hasta artes, pero sobre todo musicales. Drew sabe tocar desde el piano hasta la guitarra eléctrica, sin embargo su favorito es un violín sin significado alguno que encontró una vez vagando por el Mercado. Debió de pertenecerle a alguien antes, más ahora es únicamente de él.

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